Ni una pizca de machismo

Hoy mientras venía del trabajo en bus, tuve a suerte de presenciar una agradable escena.
En una de las paradas, se subió un señor con su hijita en brazos. Una señora al darse cuenta de que el señor estaba parado a su lado, se levantó rápidamente y sin dudar le ofreció el asiento. El señor casi avergonzado, rechazó la amable oferta con una sonrisa tímida. Pero ella, insistente, luego de volver a sentarse, se golpeó el regazo con las palmas de las manos señalando para que al menos, la niña pudiera viajar sentada y más cómoda. A pesar de que él volvió a rechazar tan noble gesto, la señora cada tanto desviaba la mirada hacia el joven padre. Parecía preocupada. Unos minutos después, los frenos de golpe del colectivo, el intenso calor y el peso de su niña pareció agotarlo y su hija se fue resbalando de sus brazos entumecidos.
Estaba a punto de bajarme y cuando volví a mirar por última vez la escena, la pequeña ya estaba sentada en el lugar de la señora y tenía la carita levantada, sonriéndole a tan atenta mujer. Ella ya estaba parada junto al papá observando a la niña, ambos con una sonrisa.
En otras ocasiones, lastimosamente, también presencié escenas similares en donde mujeres iban sentadas y se hacían las desentendidas cuando en sus narices un papá estaba cargando a su bebé con un brazo y sosteniéndose con el otro. Quizá pensaban que ellos podrían aguantar el viaje en esa situación “por ser hombres”. No sé.
Sin embargo, esta tarde me bajé de ese bus alegre de saber que también existen mujeres que no tienen ni una pizca de machismo y que tratan a un hombre, de la misma forma considerada que lo harían con una mamá y su bebé.
Para mí, este tipo de mujeres si que son verdaderas feministas, y no las que reemplazan la vocal «O» por la letra «X».